Candela's Goodnight

Este fin de semana, resulto lleno de sorpresas, no entiendo porque las cosas salen tan bien cuando no se planea nada, cuando todo se da según el ritmo de la vida, sin forzar afectos, ni situaciones... El sábado, casi al final del día, me topé con un excolega de trabajo y sin dudarlo agarramos nuestros teléfonos móviles para convocar una reunión del Igloo.

Qué será el Igloo dirán ustedes? Es el apodo cariñoso que le dabamos a nuestra oficina, un pequeño cuarto en el segundo piso de una imprenta guayaquileña, en donde los 8 diseñadores que allí habitábamos aprendimos mucho del oficio y de la vida. Compartimos mucho tiempo, yo casi 4 años, algunos se casaron, otros se divorciaron, unos se convirtieron en padres o abuelos, mientras yo me enamoraba del hombre equivocado, equilibraba el presupuesto con el sueldo, arrendaba mi departamento en solitario, sobrevivía a las responsabilidades de ser un adulto independiente.

Es tan rico compartir una cerveza con los amigos. Teniamos una rutina establecida, sin importar el volumen de trabajo, a media mañana un encebollado, un pastelito cualquier cosa para entretener la mandibula, luego el almuerzo, por la tarde nunca faltaba algo de picar (mortadela, queso, galletas, ají) y en la noche un gigantesco arroz con menestra o pescado frito, siempre aderezado por unas cervezas. Había que cuidar el cuerpo tanto como cuidabamos nuestro saludable bolsillo.

Hace tanto que no los veía, mi mente iniciaba a borrar los archivos de nuestra vida en común, sus rostros se confundían con los recuerdos de esta constante aventura que es "parir ideas a 4 colores". No puedo negar cuanto extrañaba noches como la del sábado. Estar rodeada de gente en quien confío, sentirme querida, hablar sin miedo al que dirá el jefe y reirme con todos mis dientes.

Cuando aún compartía el igloo con ellos escribí algo que quizás defina lo que hoy somos: "Nuestro Pasaporte dice:ciudadanos oriundos de Neverlad, talentosos y expertos; creativos y originales; graciosos y buena gente; borrachos alegres y bailarines sin ritmo; honestos y humildes; francos y desfachatados; trabajadores juiciosos y responsables vagabundos; amistosos y confiados hasta el final. ¿Nos podrán imitar? Claro… pero jamás podrán ser como nosotros… ¡Así naces no te haces!”.

Estos compañeritos de igloo, son de esos amigos que sientes como de la familia. De esa familia que recuerdas con mucho cariño, aunque son contadas las veces que están contigo, pero al primer anuncio de tormenta, están a tu lado para fajarse con todas las de ley con quien sea por ti.